Un ambigrama puede ser considerado como una representación de lo infinito, un pequeño ciclo interminable. Un concepto donde las matemáticas rayan en lo filosófico, y que siempre me ha fascinado; no podía faltar entre mis ambigramas.
Curiosamente, el mismo infinito, en su forma ambigramada, esconde en su interior un ambigrama para la palabra fin (palabra con la que había experimentado ya algunas veces):
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Clap, clap, clap!
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